Entradas

Mostrando entradas de mayo, 2015

"No hagan olas"

Decían los personajes de un cuento de Elsa Bornemann que leí hace más de diez años por última vez. Hoy me acuerdo y lo vuelvo a tomar: "Cantaban. sí, cantaban sumergidos -hasta el borde de los labios- en una densa materia oscura. Fétida. Repulsiva. Dentro de una piscina sin límites, cantaban. Inmóviles, reiterando ese "no hagan olas", a manera de alerta. ¿Alerta? Trataban de que la marea de heces dentro de la cual estaban parados hasta el chau de los tiempos se mantuviera en reposo. Porque al menor movimiento -¡zápate!- se formaban ondas que hacían que... la... este... el, digamos... detritus biológico... superara el nivel de sus bocas. " No hagan olas, no hagas olas, repito hasta el hastío. Porque estoy hasta las comisuras. No me doy a mí misma ni un segundo de paz. Y no dejan de venir las olas, de todas partes. No es sólo lo que ya sabemos, lo que hace más de un mes me está pasando, no sólo es la ausencia , también son otras presencias, otros quilombos,

Desenlaces

La barrita negra aparece y desaparece. Tengo el té adelante y es finalmente el momento de abrir, descomprimir, soltarme. Medité dónde iba a escribir todo esto y concluí que estoy en el mejor lugar. Aunque cualquiera hubiese dado lo mismo.  Porque si tengo que, de algún modo, encasillar lo que me pasa, me encuentro a mí misma pensando sin limitaciones en un millón de asuntos diferentes, en mí, en él, en nosotros, el tiempo la vida y más conceptos de ese estilo (en qué piensa uno cuando piensa en alguien que ama?) y se siente como no pensar en nada. Es una desnudez... por un lado insoportable y por otro, casi normal. Tengo la sensación de que no hay nada, de que no soy nada. Y poco tiene que ver con que con él era algo... con él fui algo hace tanto tiempo ya. Nadie debería llegar a este punto siendo tan joven. Nadie debería ver cómo la más tierna construcción que se puede engendrar en base a sentimientos compartidos, termina erosionada hasta los cimientos por la llana y simple acció

Instantánea #9: Ya veremos

Después de todo este tiempo, de todo  esto que nos pasó juntos, el pibe y yo decidimos que no daba para más. Lo escribo acá, porque es otro nuevo punto de partida, otro final-comienzo esta vez irremediable que tengo que afrontar, absolutamente dolorida y aterrada. Lo escribo porque por fin estoy siendo sincera al respecto, sincera con ustedes y, por sobre todo, conmigo. Porque no puedo negar que esto iba a llegar y lo tapé en mi cabeza con todos los mecanismos posibles. El lado bueno de esa negación es que el día que decidimos separarnos fue cuatro días antes de uno de mis primeros parciales de la carrera. De los parciales grosos, de esos que caen los tres la misma semana y te drenan la vida completamente. A pesar del agujero negro que tengo en la cabeza me dije que no me iba a dejar vencer por una "simple emoción" (sí... esas excusas me pongo a mí misma) y decidí que esto no me iba a arruinar la vida facultativa. De modo que aún no tengo claro si estoy escondiendo un masaco