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Mostrando entradas de octubre, 2016

La estación

Se vació la estación. Se vació la del otro lado también, no hay nadie en el anden de frente, casi un espejo del mio si no fuera porque de este lado estoy yo, irrumpiendo la escena. Me siento porque los bancos son todos míos. Debería tener ganas, es viernes. Debería querer correr a casa, pero no sirve de nada, si todos corremos e igual terminamos llegando tarde a todos lados. No viene el subte y mi shuffle elige una canción que me trae malos recuerdos. Por ahí es el mal humor, por ahí es la clase de mierda que acabo de tener, por ahí es haber esperado 10 minutos a un profesor con el que tenía que hablar y nunca apareció. Por ahí es mi ayudante diciendo "este trabajo práctico está hecho para el ojete", porque en delicadeza ella se destaca. Por ahí necesito azúcar o es la cercanía de la estación de tren que me deprime en demasía. Ya subí al subte, bajé, llegue hasta el tren. Me compre caramelos. No son los caramelos lo que me hacía falta. En los túneles de abajo de la estació

Necesito escribir

Venía bien. Venía bárbaro en realidad. Me había propuesto empezar de nuevo, a principio de agosto, porque viste, los principios aunque sean ficticios como los números del calendario son un momento ideal para darte fuerzas, aparentemente, para proponerte y concretarte y hacer. Me había encaminado.  Empecé encaminada, de hecho, hasta que octubre se me vino a pique. Hoy me vine a pique.  Porque me consumió. En la vida hubiera creído que iba a tener que sentarme, con el té bien al alcance de mi mano derecha, abrigada -en octubre- y desganada para decirles que me olvidé de mí, que la facultad me consumió la vida, que me aburrí de ser yo y que quiero meterme en una maceta y salir recién en Navidad.  Nunca en la vida, claro, porque no soy tan estúpida de creerme que una institución haga las veces de dementor o psiquiátrico, vamos, todavía entiendo los límites entre lo ficticio y lo real. Porque no me hace falta una pala y menos una excavadora, sólo tengo que raspar un poquito la supe

Volver

Qué se hace cuando dejaste algo por meses? Y ese algo te lo recrimina, te mira de reojo y con una mueca de ligero desprecio. No sé cómo se hace para superar la incomodidad de la vuelta, de esos pequeños detalles que no recuerdo pero sé que conozco, o que conocía, pero que abandoné. Volver es un paso, pero no sé si me fui para siempre, si ahora yo soy esto que me falta, esto que dejé. Me dejé a mí en algún punto del camino, dejé mis hábitos de escritora colgados en un perchero cuya ubicación me olvidé, dejé las ganas desperdigadas abajo del sueño y la voluntad directamente la perdí, se me escapó corriendo. Cómo hago para retomar el hilo? No sé, al menos estoy feliz de estar empezando, aunque no alcance para tapar ese hedor a fracaso que sale de mí, o que imagino o que me inventé. Cómo se hace para hilar una idea? Para concretar un encuentro, para contar una historia. Historias hay miles, tópicos hay menos, bueno, está bien, son pocos, sino uno o dos. The perks of being encerrada y con