Si nos vemos
El tiempo pasa y pasa, inalterable. Llegan situaciones en las que, obligada por tener amigos en común, tengo que verlo. Tengo que hacerlo. Nos vemos. Nos damos un beso en el cachete (lo que antes era símbolo de ternura, ahora me recuerda mi lugar en su vida, mi triste posición de amiga que no es), nos miramos, nos sonreímos un poco a la fuerza. Nos separamos por un rato, hacemos nuestras vidas con el resto. Yo lo miro siempre que tengo la posibilidad, furtivamente, evaluándolo. Miro la ropa que se puso. La pose del cuerpo. Cómo se ríe con quien sea que esté hablando. Cómo me muestra su perfil izquierdo, con ese diminuto hoyuelo que surge con su sonrisa y a mí tanto me gusta ba . Y yo, impasible, hablando con otra persona, sonriendo, un poco sin sentirlo, un poco de más: me doy cuenta de que sonrío mucho, de que involuntariamente estoy forzando una imagen. Una fachada de que en realidad no estoy pensando en el pibe, en que iría a abrazarlo por atrás, a poner mi nariz en su cuello muy d