Ciudad universitaria: día 1

Me pasé el finde largo explorando mapas online. Ciudad es enorme, por consiguiente uno se pierde -todos se pierden- y yo me ensañé en mi único capricho: llegar temprano, no perderme el primer día.

La clase en cuestión era biofísica, dictada en el aula 201. Esa era toda la información que poseía, y en los mapas dicha aula figuraba en el tercer piso del pabellón tres (para los que no ubican, el complejo tiene dos edificios enormes, pabellón 2 de exactas y pabellón 3 de diseño). Al mismo tiempo, en una información aparte se daban los números de todas las aulas, y todas coincidían con el mapa, excepto, cómo no, la 201, ubicada en el "entresuelo del pabellón 2". Ahí fue cuando mi mente sólo se enfocó en llegar a tiempo a la verdadera aula en la que tenía que cursar. Si tenía que hacer un tour por los pabellones para encontrarla, lo haría. Si tenía que romperle las bolas al grupo de ayuda en Facebook, lo haría. Ese 24 de marzo encontrar el aula fantasma de biofísica se convirtió en mi único objetivo.

Exagerada.

Me levanté a las 5 (previos despertares bruscos en los que creía que eran las 5 y eran las 3, o las 2), me preparé, me tomé mi primer bondi a Liniers y mi segundo bondi a Ciudad, ubicada, valga la redundancia, en la otra punta de la ciudad de Buenos Aires. Lo bueno fue que esta línea era rápida e iba por gral. Paz, y llegó en menos de lo que yo hubiera pensado. En mucho menos.

6 y 10 ya estaba en la facultad.

La clase empezaba a las 7.

Exagerada, repito.

Me encaminé al "entresuelo del pabellón 2". Después de consultas y vistas a los mapas, resultó -gracias UBA por la infinita organización- que el recinto no era 201, sino 01, ya que las aulas de ese sector tenían esa numeración. Le agregaban el 2 por comodidad, 2 por pabellón 2. El aula gemela que existe en el otro pabellón, es sólo para diseño (excepto que no lo aclaran en ningún lado).

En mi búsqueda encontré a una chica, Lucía, con la que me quedé toda la clase. Nos sentamos juntas en el aula a oscuras, tomando a tragicomedia el hecho de haber llegado tan-condenadamente-temprano, y también tomando con humor el hecho de que las luces del aula no sólo no se prendían, sino que el interruptor, según nos indicaron, estaba en el aula de al lado. Y el aula de al lado estaba cerrada. Vamos UBA!

A las 7 y muchas no aparecía nadie, eramos 5 personas en el aula en penumbra, y en eso las luces se prenden e ingresan los dos profesores junto con un tropel de alumnos. Estaban todos afuera, los malditos. Se acomodaron todos e inició la clase. Ahí estaba, por fin, el primer día de facultad que yo venía esperando desde hacía dos veranos al menos. Obviamente había planeado en mi mente cada detalle, lo que me iba a poner, cómo iba a hablarle al resto, cómo iba a tomar apuntes. Ninguna de mis distorsionadas fantasías se cumplió porque, bueno, me levanté a las 5, me vestí con la ropa que me había llevado, no me dediqué a hablar con nadie y anoté como pude lo que pasaba. Aún así mis expectativas se llenaron, ya el hecho de estudiar en mi universidad, en la universidad de Buenos Aires, es un privilegio, una aventura y un constante tira y afloje que ya se va a presentar, aunque la clase de hoy haya sido, realmente, muy aburrida. No sé si es que el tema ya lo sabía o que física me parece lo peor dentro de las disciplinas exactas, pero la lentitud de ambos profesores me desalentó un poco. Pero no importa, primer día, primera clase. Mañana me enfrento con matemática y química, dos de mis asignaturas favoritas, y estoy segura que sí me van a volar la cabeza, porque, bueno, me fascinan.

El broche del día fue salir y encontrarme, entre tanta gente, con una muy querida amiga y quedarnos charlando en el verde. Si la facu va a ser así, que venga, la espero con ansias.