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Mostrando entradas de diciembre, 2014

El top 5 infaltable de las fiestas

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- Vitel toné: A veces pienso que debería aprender a hacerlo, y después se me ocurre que, de tener la chance de cocinar este plato, hijo bastardo entre la ambrosía y el elixir de la vida, moriré de sobrepeso acelerado y fatal. "Todos los excesos son malos". Mejor aprovecharlo en las fiestas y disfrutarlo como si fuera mi última cena.  - Las navidades burguesas de mi familia paterna: Las pasamos en una casa quinta, con todos mis primos y todos esos familiares lejanos autoproclamados aristócratas que como no saben cocinar un huevo frito, traen comida de catering que siempre abunda en salmón y roquefort y hace de esas fiestas una cosa más a la que echarle la culpa cuando te diagnostiquen hipertensión. Además, los familiares lejanos traen a sus hijos que están re buenos. Un festín para todos los sentidos. - El alma caritativa que me invita a la pileta.  Siempre hay algún generoso dando vueltas que se apiada de mi alma transpirada. A él o ella le digo: GRACIAS,

Infinito 2014

“Demasiado tarde, siempre, porque aunque hiciéramos tantas veces el amor la felicidad tenía que ser otra cosa, algo quizá más triste que esta paz y este placer, un aire como de unicornio o isla, una caída interminable en la inmovilidad” - JC No quiero hacer mucho balance del año. Este textito de apertura y cierre me recuerda demasiado a mis días de secundaria. Donde (paradójicamente) creía que el año siguiente sería diferente  y nada más era un espejo avanzado reflejando el año anterior. Por primera vez no siento necesidad de "balancear nada" porque sé que esta especie de año sigue, aunque cambie el número, ya que el 2014 me trajo la mejor de las libertades: la facultad, que seguirá en el '15. Y sé que un año es mucho más que eso, pero por qué negarlo, la bella UBA cambió mi vida y mi percepción, me cambió por dentro, me despojó de prejuicios y de molestias, me obligó a aceptar el incordio, a vencer esos caprichos que me asaltan (tal vez demasiado seguido) y la lista

Ciudad Universitaria: último día

Más de un mes hace que terminé la facultad, que me despedí de ciudad universitaria, los dos bloques de cemento que fueron mi amor y mi tedio por ocho meses tanto fascinantes como exasperantes como intimidantes. Los pasé, y puedo decir que terminé el ciclo básico común, ese purgatorio al que te somete la UBA para una vez sobrevivirlo pasar a formar parte de sus filas, ese eterno diálogo de "estudio bioquímica, bueno, no... estoy en el cbc", declarándote transeúnte en ese limbo entre la secundaria y la verdadera facultad, esa brecha en la que todos estamos mezclados y homogeneizados. Mis expectativas eran diferentes, esperaba, mínimo, hacerme UN amigo, pero no, no conecté con ninguno de esos seres aleatorios. Tampoco lo sentí como una carga masiva... estudié, tuve unas dos semanas del horror en todo el año, pero no siento que merezca estas vacaciones gigantes que me tocaron. Para alguien tan activa como yo, me siento bastante inútil. Pero no importa: dos mil quince, facultad d

Homónimo/Hoyuelos/lo que quiero ver

Estábame hace unos meses en el agujero llamado autoestima baja ineludible en el que la repentina ausencia de el pibe me había dejado, y me agarró el estúpido ataque (sí, ese que nos ganamos por nuestra inherente condición humana y nuestra bendita capacidad de asociación) de creer que todo pasa por algo.  Creencia sostenida por sus afines y apedreada por sus detractores, entre los que me incluía, hasta que me vi en un lugar tan autolastimoso (esa palabra creo que la acabo de inventar) que decidí agarrarme a la primera esperanza que se me cruzó por el camino: el destino. Acá hago una pausa para que mi yo recuperada de este percance se dé una palmadita en la espalda a sí misma en señal de orgullo.  Por esos días fue que apareció P, y se convirtió en una historia más larga de lo que creí que iba a ser ( la tienen acá ), pero no fue el único en ser malinterpretado por mi penoso subconsciente como una señal de algún mandamás de que mi vida estaba en buen camino. También estuvo Homónimo

Instantánea #6: Salir

Me escucho respirar y me raspa la garganta. Lo que quedó de agua se va por la rejilla de la bañera y me miro los dedos magullados de los pies, medio verdes, por las uñas, medio amarillos, por la piel, medio negros de ser pisados- y eso que me puse tacos, había que esforzarse para pisarme. Definitivamente salir no es lo mío. Y no es que la haya pasado mal ayer, de hecho la pasé bien, pero no dormir sumado a esa música del horror sumado a que soy yeta porque cada vez que salgo, llueve, son suficientes razones para hacerme desear mi cama calentita y mi bello libro de Cormoran Strike que se pone mejor a cada página.  Tampoco es que no disfrute estar con mis amigos bailando (si se puede llamar a eso bailar), sólo que no esa música repetitiva que cita sinónimos de la palabra "orto" a cada rato, no en ese boliche lleno de goteras (créanme, las conozco, acuérdense que cada vez que salgo llueve), no alrededor de todos esos cuerpos transpirados que me embisten sin piedad. Tal ve