Mojado, llovido, duchado, empapado

Mi clase de francés nº2. Es en CABA. Es lejos de mi casa. Es turno noche. Digo, bueno, voy, me distraigo. Me encanta el fucking francés.
Bondi de vuelta, saco el teléfono para responder mensajes a unos amigos, toda gente volviendo de laburar, lleno de gente además, gente con sus teléfonos. No va que un negro muy porongo, cuando se abre la puerta de atrás, se trepa, me saca mi celular, y se va corriendo, todo en tres segundos.
No quiero reproches.
No quise desde el principio, cuando me largué a llorar en la parada del siguiente colectivo a casa, prácticamente aterrada por las cinco o seis personas a mi alrededor, abrazando la mochila con los libros. No quiero reproches de que "saqué el teléfono" porque me los hago a mí misma ya, y porque es el mismo mecanismo que "te violaron porque te vestiste puta, es tu culpa". No quería guardarlo, estaba hablando con un par de amigos, estaba triste, necesitaba distraerme con música. Y ahí la ley de Murphy: si algo puede salir mal, saldá mal. Si estoy triste por la ausencia del pibe, tiene que venir un negro muy de mierda a afanarme el teléfono. Porque no basta con llover, también hay que mojar.
No quiero ayudar a la humanidad porque no lo merece.
Nunca había llorado las dos horas que lloré desde que me subí al siguiente bondi hasta que me fui a acostar en casa. Sola en el colectivo viendo como todos me miraban y sacudiéndome de espasmos, y rogando llegar rápido a casa. Llorar hablando, llorar comiendo, llorar tomando agua, llorar leyendo Harry Potter, llorar extrañando a mi no-más-novio, llorar porque me robaron, llorar porque odio a los seres humanos de la tierra, a los que me rompieron el corazón, a los que mi futura carrera se enfoca en ayudar. No quiero ayudar en un mundo tan de mierda. Lo único que querría es hacerme ambientalista y defender lo que vale la pena todavía, que es la naturaleza, o investigar para ampliar el conocimiento humano. O leer libros para siempre. Todo este discurso se ve seriamente afectado por lo subjetiva de la situación, no desesperemos.
Les hablo desde el pozo. Porque el único que dijo lo que debía, el que dio en el clavo, fue mi viejo, y dijo que lo mejor es que me pase ahora, todo junto, que disfrute de la melancolía, y que toque fondo porque lo único que puedo hacer es rebotar. Y yo sé que voy a rebotar alto porque número 1 estoy bastante redondita y numero 2 quiero rebotar. Quiero subir, quiero que miren desde abajo todos los hijos de puta que se quedan en el camino, él, las hijas de puta de mis ex compañeras, el negro cabeza que tiene mi teléfono, toda esa gente que merece verme más arriba. Voy a tender al infinito.