Si nos vemos

El tiempo pasa y pasa, inalterable. Llegan situaciones en las que, obligada por tener amigos en común, tengo que verlo. Tengo que hacerlo. Nos vemos. Nos damos un beso en el cachete (lo que antes era símbolo de ternura, ahora me recuerda mi lugar en su vida, mi triste posición de amiga que no es), nos miramos, nos sonreímos un poco a la fuerza. Nos separamos por un rato, hacemos nuestras vidas con el resto. Yo lo miro siempre que tengo la posibilidad, furtivamente, evaluándolo. Miro la ropa que se puso. La pose del cuerpo. Cómo se ríe con quien sea que esté hablando. Cómo me muestra su perfil izquierdo, con ese diminuto hoyuelo que surge con su sonrisa y a mí tanto me gustaba. Y yo, impasible, hablando con otra persona, sonriendo, un poco sin sentirlo, un poco de más: me doy cuenta de que sonrío mucho, de que involuntariamente estoy forzando una imagen. Una fachada de que en realidad no estoy pensando en el pibe, en que iría a abrazarlo por atrás, a poner mi nariz en su cuello muy despacio y sentirle el aroma a él que tiene, ese olor que me dice que yo ahí pertenezco.
La noche pasa, él habla con princesa consigo un rato largo y yo no puedo evitar odiarla con todos mis poros, aún más de lo que la detesto cotidianamente. Él y ella son amigos, nunca van a ser más que eso porque los conozco a ambos y es imposible que lo sean, pero aún así está la picazón de que esa hijadeputa le está hablando así y yo quisiera ir a clavarle una estaca en el medio del ojo. 
No me di cuenta pero estoy riéndome con otros amigos, y por ahí él aparece a la conversación, y nos reímos. Después de todo tenemos toda esa fucking vida en común que nos mantiene atados, esos chistes internos que seguro ambos pensamos a la vez, esa chispa. Esa maldita chispa que todavía no sé si pertenece a los amigos o a los amantes o a qué mierda. Y no quiero saberlo porque, cual sea la respuesta, me va a destrozar.
No sé cómo pasa, pero él me busca. Hablamos. Caminando o sentados, nos encontramos y hablamos. Él me pregunta por la facultad. Yo le respondo que estoy feliz. Le cuento que soy feliz yendo a Ciudad, que pienso que un lugar tan maravilloso me abre las puertas y tengo tanta suerte de poder estar ahí, que me llena de orgullo. Y después, le cuento, me acuerdo de que cualquiera puede estudiar ahí. Y me siento más afortunada todavía. Ahí es cuando me río tontamente porque así soy, son mis modismos, y él se ríe conmigo y me pide que repita lo que dije porque no entendió. Me mira con esa sonrisa de culpa, mostrándome su maldito perfil izquierdo, y yo le sonrío también. Y a pesar de que se cortó el pelo, de que no me gusta cómo está vestido, de que me acuerdo que ahora somos amigos y él en la conversación intercala varios "boluda" como para ponerme en mi lugar, mis ojos se pegan a los suyos, color chocolate, enormes, a tono con su sonrisa torcida, y ahí lo amo.
Lo amo como siempre, porque no puedo dejar de amar a alguien tan increíble.
No sé si estuve siempre enamorada de él. No sé si me vuelve loca de pasión. Pero algo sé y es que lo amo. Que el amor que le tengo sobrepasa cualquier punto negativo que pueda tener. Porque es un amor absolutamente ciego a las circunstancias. Él se va a alejar de mí y yo de él, vamos a hacer vidas separadas, vamos a amar a otras personas tal vez, muy posiblemente lo que yo creí que él sólo me daba a mí, se lo dará a otras, y yo tendré que darle a otros esa parte de mí celosamente reservada a él. Pero nos vamos a volver a ver, en otra reunión, y no va a haber quien me salve cuando se me aparezca, con esos ojos infinitos que tiene, y yo los vea y recuerde que, por más que haya cambiado todo, lo voy a seguir amando irrevocablemente.
Y todo ese amor irracional que tengo adentro me va a doler tan fuerte como tan fuerte lo amo.

Comentarios

  1. Ay, carajo... No puedo decir más que ¡ay, carajo!

    Nada... Decirte que te entiendo, perfectamente, en esa situación es afirmar que, salvando las distancias, también me siento muy muy así. Te juro que te comprendo, mi querida. Y lamento que andemos pasando por la misma, pero confío en que saldremos. Quizá utópicamente confío, pero es lo mejor que podemos hacer...

    ¡Beeeeso enorme! Cuando lo necesites, yo también estoy acá. ;)

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Serás mi triste compañera de decepciones, entonces! Gracias!

      Eliminar
  2. Te entiendo perfectamente porque me pasa lo mismo!! Hermoso tu blog, acá me quedo. Un beso enorme!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias por quedarte! Qué bajón saber que somos muchos en esta triste situación.

      Eliminar
  3. Es difícil seguir adelante, pero vos vas a poder. Tenes que tomarte cada vez que tengas que verlo como un tramite, una cosa temporal y bueno, necesaria por una cuestión social.
    Qué bueno que estés contenta con la UBA, me alegro mucho, te quiero y nos tenemos que veeer, cuando estés desocupada, aunque conociéndote eso vendría a ser en 9 meses, jaja♡

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Espero tengas razón pibe. Y no estoy tan ocupada che! :( un poco tal vez.

      Eliminar
  4. Te entiendo a la perfeccion! ahora mismo estoy pasando por eso.
    Encontre tu blog & me gusto mucho. Espero que sigamos hablando.
    Te sigo c:

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Veintiuno

Por unos centímetros de piel

Necesito escribir