Anti

No esperaba que mi vida terminara asi. De verdad, no esperaba terminar charlando con mi cuñada por chat un viernes a las 00:26 de la mañana sobre qué nos vamos a poner para la despedida de soltera. Porque es lo que menos hubiera creido de alguien tan pero tan anti como yo.
Mi punto débil, mi talón de aquiles, mi kriptonita y demás formas de catalogar lo que peor se me da en la vida: las relaciones sociales. Cuando era más chica creía que estaba desarrollando mi habilidad social porque me sentía extrovertida:| me hablaba con un monton de gente y a esa gente parecía agradarle. Todo resultó ser una ilusion optica creada por la combinacion del boom de facebook y la explosion de mi pubertad.
Así que me creí que era una mina "social", hasta que los efectos sedativos del boom se fueron calmando, y yo me encontré en una realidad que no había previsto: no era tan buena rodeándome de gente. Y sigo careciendo de esa virtud.
No soy linda. No soy copada. No tengo la sonrisa contagiosa. Soy una experta generadora de silencios incómodos. Nunca sé cómo manejar "la charla trivial". Hago preguntas inadecuadas en momentos inadecuados. En resumen: cuando la vida se pone incómoda me da ganas de hacer un pocito y enterrar la cabeza en la tierra. Porque soy anti. No hay mucho más que agregar.
Tengo amigos y eso. Lo aclaro porque después de todo esto parece que vivo con veinte gatos y no es así. Si las circunstancias se dan y me siento cómoda, soy amigable, leal y cariñosa. Me doy cuenta que acabo de describir a un perro. Pero es verdad: tengo grandes amistades que se dieron en grandes momentos de mi vida (y no fueron raros e incómodos), y soy una buena amiga de mis amigos. Creo.
El problema radica en todas las demás relaciones humanas que no son ni mis pocos buenos amigos, ni mis viejos, ni mi novio, ni mi perro. Porque no sólo soy socialmente disfuncional, sino que soy una intolerante del carajo. Este agraciado defecto tiene mucho que ver con que odio al típico estereotipo de mi generación y no tengo la capacidad de aceptar que ESTÁ LLENO DE ESTOS INDIVIDUOS y no puedo hacer nada al respecto.
El cóctel de detestar la sensación de incomodidad y no tolerar a la mayoría de los seres humanos me hizo ganar la medalla dorada de los antisociales. He aquí algunos ejemplos. Nunca toleré a mis compañeros. Haga el esfuerzo que haga no puedo tragarme a la típica minita hueca que parece una plaga para este planeta. Responder a algun comentario amable cuando voy a hacer los mandados me hace bajar la cabeza y mirar para otro lado. Incluso a veces con mi viejo todo se vuelve raro e incómodo. Siempre me siento la peor en las fiestas, y trato de que mi vestido se camufle con las cortinas. Me hace estallar la cabeza conversar respondiendo monosílabos y sonriendo en exceso.
Y entonces estoy acá. Hablando con la novia del hermano de mi novio sobre qué nos vamos a poner para una despedida de soltera a la que las circunstancias sociales me obligan a ir, levantar la cabeza y pasarla bien entre desconocidas género femenino. El evento es mañana y ya estoy escondiendo la cabeza abajo de la tierra.