Lo más yo que puedo ser

Sí, quise esconderme abajo de la mesa varias veces. Sí.

Nunca había ido a una despedida de soltera, y dudo que vuelva a ir hasta que mis amigas empiecen a casarse, lo que probablemente pase en unos 10 años. Porque tenemos todas 18. Y la pregunta es, quién me invitaría a mi a un evento creado para treintañeras sedientas de alcohol y un poco de joda post-púber? Bueno. A ellas les pareció adecuado. Yo ya no sé.

Porque es una reunión genial para tener con amigas. Si estuviera con mis amigas la disfrutaría muchísimo, pero al haber llegado ahí como la familiar política de la homenajeada, la situación se volvió heavy. Ya de por sí es heavy tener familia política asumida a los 18, más heavy es conocer sus hábitos sexuales. That's not nice.

Releo lo que quise publicar sobre la famosa despedida y, realmente, no tengo ganas de dar más detalles. Me acuerdo de esa noche, de haber llegado a casa, de haberme sentado donde estoy sentada ahora, así, con el piyama puesto y el maquillaje corrido, y pensar lo mismo que pienso ahora. Yo soy lo más yo que puedo ser estando así, desastrosa y en piyama, sentada con un libro en las rodillas y dejándome envolver por la música que sale de los parlantes. (Foo fighters, ahora mismo)

Entonces he aquí el quid de la cuestión y el tema que intenté enfocar tantas veces a lo largo de la corta vida de este blog, y que se cobró tantas entradas borrador por la mitad, que nunca me convencieron del todo. ¿Qué soy yo? ¿Quién soy yo? 

Lo considero una "formalidad" que no puedo obviar si quiero empezar Tender Al Infinito como se debe. Si quiero que alguien que esté del otro lado sepa algo de mí, lo que sea.

Lo más acertado que escribí hasta ahora es lo que figura en mi biografía de acá al costado, algo como:

"Llegué a los 18 sin entender del todo qué soy, a dónde pertenezco y todas esas preguntas pomposas que se dan por esenciales y en realidad son lo más trivial que existe."

Yo soy una persona bastante polar. Y no bipolar, no voy a caer en el neocliché de definirme de ese modo. Soy polar porque voy y vengo en esas dos facetas de mí misma que no encontraron un equilibrio todavía. Por un lado soy increíblemente pesimista. Odio todo, critico lo que se me venga a la cabeza y si algo no me gusta, mala cara para todo el día. Es un lado de mierda de mí misma. Aunque por el otro lado soy tan positiva que asusta. Cuando me agarra el ataque soy de las que toleran todo, dan segundas oportunidades y demás. Cuando me pongo positiva, ahí es cuando creo que tiendo al infinito. Y como lo que quiero para mí es poder centrarme en esas buenas vibras, bueno, queda claro el nombre.

Es pretencioso creer que eso fue una descripción. Pasa que hay veces en las que todo lo que sé de mí misma está tan enredado que ni siquiera me reconozco. Lo único que puedo sacar en limpio es que tengo esos polos opuestos que a su vez están tan intrincados. El problema es saber convivir con tan distantes facetas. Y yo todavía no sé muy bien cómo.

Lo que sí, se van a encontrar con mucho de estas dos caras. El que avisa no traiciona.