80 cambios
Bastante atrás quedó ese día emblemático en el que tuve mi primera clase de facultad. Momento que había pensado y repensado como una salida, una fuga a mi auto-desastre. Estoy en condiciones, ahora que pasó bastante tiempo, de decir que no se dio ni blanco ni negro, como con tantas otras situaciones de la vida: imaginás el mejor resultado posible y también temés la peor de las tragedias, y siempre las vueltas te terminan llevando a un punto medio, eso que no se te había cruzado por la cabeza.
Por suerte las cosas no son lo que uno espera, porque sino ya estaría en un psiquiátrico, yo con mi manía de imaginarme todos los escenarios posibles de cualquier situación. Ese mal hábito desemboca en otra manía, que es tener las expectativas demasiado altas, que desemboca en ser una inconformista del carajo; qué suerte que me fui acostumbrando a que nunca la voy a pegar con mis predicciones.
Vuelvo a la facultad: no encontré todavía a esa gente que es mi gente, nada que ver, aunque sí me crucé con personitas de buena vibra, de las procedencias más diversas y las coincidencias más extrañas, y está bueno que sea así. Prácticamente la vida me está agarrando de los hombros y me está diciendo que baje 80 cambios. Me viene bien hacerlo, está bueno aplacar a la bestia ansiosa que una lleva dentro. Por suerte sigo aprovechando cada oportunidad de sumarme a algo nuevo y cada chance de conocer gente, llevándome gratas sorpresas y nuevos conocimientos. No, no es lo que esperaba, pero no está nada mal tampoco. Este traqueteo de las cosas me devuelve a mis casillas. El cansancio de viajar por Buenos Aires me obliga a dormir más y pensar menos, la exigencia de las materias me ayuda a concentrarme más en aprobar que en carcomerme por dentro, y charlar con alguna que otra persona que me cruzo por ahí me deja un buen sabor. Me enfoco en construirme y por sobre todo en dejar de enroscarme sola: para eso la música tiene un efecto balsámico y es raro que estos días me encuentren sin mis auriculares o un CD en el equipo. Si no hay escapatoria me aboco a los libros, me enganché con divulgación ahora, pero en general cualquier cosa me atrapa lo suficiente como para dejar de pensar. Y cuando me veo obligada a enfrentarme con mis pensamientos, voy a su cruce con la frente alta, aunque cueste, recordándome que cada vez estoy más cerca de lo bueno, no se exactamente cuánto falta, pero cada día que pasa me acerco un poco más.
Quien te dice... Tal vez los locos estamos todos afuera del psiquiátrico, y los cuerdos están adentro :p
ResponderEliminarCreo que estoy como vos; entendiendo que la realidad no es lo que esperamos y que tal vez eso que queremos llegue en distintas formas y cuando menos lo esperemos. Yo decía que este año iba a conocer a alguien con quien ser almas gemelas, amigos inseparables, y la verdad que hasta ahora nada que ver. Nadie es lo que yo imaginé ni tengo relación así con ninguno, pero es cosa del tiempo. Cosa de dejar de esperar. De dejar las cosas pasar a su ritmo.
ResponderEliminarSuerte en la facu! y cuando uno hace cosas, supongo, se distrae. Se centra en eso y se hace un poco más real. Después de todo, tal vez estar afuera del psiquiátrico sea lo que te hace única ¿no?
¿Más cerca de lo bueno? ¡Totalmente! Con esa energía, de seguro, cada día más cerquita.
ResponderEliminar¡Un placer verte, charlar, desconectarnos ambas para vernos las caras! ¡Nos queda el picnic por los lares que ya sabemos, sí señor! ¡Abrazo enorme y muchas pilaaaaas!