De gentes varias
Mi ex-compañera nunca se presentó el día acordado. Casi casi que iba a ser la historia de nunca acabar: la protagonista, llena de esperanzas, cree que esta vez será diferente y podrán ambas olvidar sus diferencias y fundirse en un abrazo en cámara lenta en las escalinatas de la facultad; la chica nunca llega y nuestra ingenua heroína se maldice a sí misma por esperar siempre lo mejor de las personas y dejar que pisoteen su corazón por milésima vez... Pero no soy tan boluda -ni tan optimista- así que, antes de pasar aunque sea un segundo esperándola en la puerta, bien cagada de frío, le mandé un mensaje para corroborar nuestro encuentro, al que enseguida respondió "llego tarde por x razón, viernes que viene?" y yo me felicité por aprender que la que nace boluda, se muere boluda. Este viernes ya tengo otros planes, pero aún así me hubiera gustado que se concretara. No sé, siempre me gustó escuchar el bla bla de mis ex-compañeras; me divierte, los años me entrenaron en el arte de desechar el relleno que a nadie le importa y recolectar las invaluables boludeces que sus mentes pueden crear. Perdón por ser tan cínica, pero ellas me lo inspiran.
Igualmente, les juro que no soy tan hija de puta. Acepto que la mitad son buenas minas, entre ellas Anna White que definitivamente se queda en mi lista de allegadas, ya que viajamos juntas al menos dos veces por semana, y si no, nos cruzamos todo el tiempo transitando las lúgubres escaleras de cemento de Ciudad Universitaria (ella con sus abrigos de lana y su súper sonrisa, y yo con mis gorros y bufandas, porque no importa que el invierno no haya llegado todavía). Estamos mucho tiempo juntas y no quiero terminar el cuatrimestre por ella, porque me encanta por fin entusiasmarme con una amistad. Querer compartir tu tiempo con alguien en quien te reflejás pero también descubrís cosas nuevas, algo que hacía mucho no me pasaba. Cínica dije que soy?
Por otro lado, tampoco quiero terminar el cuatrimestre y que el azar fatídico de la administración de la UBA me separe de mis dos compañeros de matemática, P y R. Tenemos a P, hermoso por donde lo mires, que a pesar de que lo ayudé con un tercio de los ejercicios de la guía, no me daría ni la hora ni los minutos ni los segundos. No quiero que se acabe su sonrisa brillante o su voz grave y seductora. También está R, que es prácticamente mi equivalente masculino: si la vida tuviera historiales de navegación, coincidiríamos en prácticamente todas las páginas. Me agrada, es el que más se acercó a mí, y me gustaría que podamos seguir compartiendo clases, porque es, a todas luces, una buena persona. Además, ambos son personajes interesantes de los que voy a hablar pronto (ver a las personas como personajes cuenta como cinismo? Porque lo hago todo. el. tiempo.)
Recién ahora me doy cuenta de dos cosas: una, me fui por las ramas, aunque tampoco tenía nada interesante para contar. Dos, hablo como si se acabara el cuatrimestre y todavía tengo que promocionar biofísica. Si me dan una lámpara de aladino, soy capaz de frotarla hasta que el genio salga por cansancio y me conceda la promoción. Así de obsesionada con esa materia estoy. Ya veremos qué sale.
Igualmente, les juro que no soy tan hija de puta. Acepto que la mitad son buenas minas, entre ellas Anna White que definitivamente se queda en mi lista de allegadas, ya que viajamos juntas al menos dos veces por semana, y si no, nos cruzamos todo el tiempo transitando las lúgubres escaleras de cemento de Ciudad Universitaria (ella con sus abrigos de lana y su súper sonrisa, y yo con mis gorros y bufandas, porque no importa que el invierno no haya llegado todavía). Estamos mucho tiempo juntas y no quiero terminar el cuatrimestre por ella, porque me encanta por fin entusiasmarme con una amistad. Querer compartir tu tiempo con alguien en quien te reflejás pero también descubrís cosas nuevas, algo que hacía mucho no me pasaba. Cínica dije que soy?
Por otro lado, tampoco quiero terminar el cuatrimestre y que el azar fatídico de la administración de la UBA me separe de mis dos compañeros de matemática, P y R. Tenemos a P, hermoso por donde lo mires, que a pesar de que lo ayudé con un tercio de los ejercicios de la guía, no me daría ni la hora ni los minutos ni los segundos. No quiero que se acabe su sonrisa brillante o su voz grave y seductora. También está R, que es prácticamente mi equivalente masculino: si la vida tuviera historiales de navegación, coincidiríamos en prácticamente todas las páginas. Me agrada, es el que más se acercó a mí, y me gustaría que podamos seguir compartiendo clases, porque es, a todas luces, una buena persona. Además, ambos son personajes interesantes de los que voy a hablar pronto (ver a las personas como personajes cuenta como cinismo? Porque lo hago todo. el. tiempo.)
Recién ahora me doy cuenta de dos cosas: una, me fui por las ramas, aunque tampoco tenía nada interesante para contar. Dos, hablo como si se acabara el cuatrimestre y todavía tengo que promocionar biofísica. Si me dan una lámpara de aladino, soy capaz de frotarla hasta que el genio salga por cansancio y me conceda la promoción. Así de obsesionada con esa materia estoy. Ya veremos qué sale.
Para mí no sos boluda, sos parecida a mí en que pensás que todos tienen algo bueno jaja, éxitos en biofísica y espero los personajes de P y R!
ResponderEliminarUn beso!
Jajaja sí, aunque muchas veces está demasiado hondo... gracias che! :)
EliminarJajajaja Hiperbólicaaa, siempre me río cuando te leo!
ResponderEliminarCoincido con vos y con Sophie, mas allá de si somos boludas o no, yo siempre espero lo mejor de las personas, aunque me choque mil veces con una pared de cemento.
Daleeee, vos podés con biofísica! :D
Abrazooo!
gracias por la vibra, mujer! sí, yo medio que me cansé de pegarme, así que se va a cagar. Pero bueno, te devuelvo el abrazo :3
EliminarEl cinismo es maravilloso, la cagada es que te impide relacionarte naturalmente con los demás. (Lo juro, palabra de cínico)
ResponderEliminarNo sé por qué relacioné eso de frotar la lámpara, con tus compañeros, P y R... ¿Estoy mal yo, o se te escapó a vos? :p
Beso!