Naipes

Toma tiempo construir la casita, mantenerla erguida mientras tus dedos bastante torpes tratan de seguir apilando cartas en forma de toldo, unas sobre otras. La fábula consiste, como siempre, en que viene el viento y la tira abajo. 

Y él es el viento.

Vos sos el viento.

Sé que te prometí que no te iba a hablar más así, pero, para qué fingir, si te hablo en mi cabeza todo el tiempo. Si te veo cerca todo el tiempo. 

Sé que también te relacioné mecánicamente con el "no verte más". Sé que lo hacés con tus mejores intenciones, esto de invitarme a que me junte con vos y con mis amigos y con tus nuevas amiguitas de la facultad. Pero tenés que saber que tus buenas intenciones no son nada. Que no me hacés bien incluyéndome en tu vida. Y que tampoco nunca te voy a perdonar que te hayas llevado todo. Porque te llevaste todo y lo sabés: te llevaste nuestra relación, te llevaste los amigos, te llevaste los lugares y los recuerdos, que no puedo volver a pisar o tocar porque termino así.

Siempre que llego a este punto de quiebre, me vuelvo a preguntar si vale la pena volver a armar la casita. Y ahora sólo quiero que sepas que no la quiero armar de nuevo. Que sí, la voy a armar por inercia, porque tengo la esperanza tonta de que por ahí esta vez no se caiga, pero que si fuera por mi, por este ser humano que está acá y ahora secándose las lágrimas porque te hiciste ver una vez más y ni siquiera pensaste en, al menos, hacerlo con un poco de tacto hacia mis ya destrozados sentimientos, si fuera por mí, agarraría las cartas, me iría derecho a tu casa y te las tiraría en la cara una por una, cuidando que cada puntita filosa te entre en el ojo.

Era eso, nada más. 

Ah, aprobé biofísica con 6 y estoy contenta.