Parece que esta vez no me importa de verdad

Todavía me acuerdo del día en el que íbamos juntas sentadas en el micro, camino a natación, y a J le conté mi secreto más preciado: que me gustaba el chico-ojos-de-huevo que se sentaba a mi izquierda y me pedía los lápices. Todavía puedo sentir los ojos de todos mis compañeros encima mío en el momento en el que J decide gritar a los cuatro vientos que estoy puerilmente enamorada de Ojos de huevo, mientras esperamos para que nos dejen pasar al natatorio. Veo los azulejos blancos del pasillo del club al que nos llevaban, veo las dos filas (nenas y varones), escucho las risas desde atrás y desde adelante y me veo a mí misma -una masa amorfa de cachetes, con media cabeza enfundada en un gorro de lycra que me tira del pelo y me queda medio chico- tirándole del brazo a J y preguntándole por qué lo dijo, mientras evito la mirada huevosa que  que está clavada en mí con una sonrisa burlona-mitad de leche, mitad nuevita. Me acuerdo de que nos abrieron la puerta para pasar a la pileta y llegué sola al carril que me correspondía, para encontrarme, nada más y nada menos, al niño huevo rodeado de sus amigos, mis crueles compañeros, mirándome entre risas porque soy un tomate recién cosechado, rojo carmesí. Clavo los ojos en la pileta y me siento en el borde, para sumergir los pies en el agua. 
Y ahí recién pienso.
Jota. Qué puta.
La nena de seis años que era yo, ya podía ser llamada Hiperbólica desde ese momento, ya que nunca, nunca, me olvidé de cómo se sintió esa traición. J y yo seguimos siendo compañeras por nueve años más de nuestras vidas, y jamás, jamás encontré la paz para perdonarla y darle otra oportunidad. Para qué? Para que me cague de nuevo? Yo tenía mi grupo de amigas y ella las suyas, y la rivalidad se olía desde lejos. Un año, Ojos de Huevo no llegó el primer día de clases -yo que estaba enamoradísima de ese corte taza y esas pelotas de golf que tenía por ojos- y así como estaba, desapareció. Pero J y yo seguimos creciendo dentro de esa competencia constante. A los 12 años ya no era que a ella le gustara el mismo nene que a mí, sino que me viniera a decir que "todos dicen que sos una traga, seguro leés todo el día" (encima, sí, leía todo el día; qué bronca me da esa gente que no entiende la diferencia entre leer y estudiar) y demás clásicos enfrentamientos entre la linda del curso y la nerd que tiene las mejores notas. Éramos un maldito cliché caminando.
Pero llegaron los 15 años y, a pesar de que se nos había pasado un poco la pelotudez, las dos sabíamos -estoy segura de que ella compartía el mismo sentimiento- que la competencia entre nosotras se iba a acabar el día que nos dejáramos de ver las caras. Y así fue, cuando nos tocó elegir curso y no compartir más clase. Deshacerme de su presencia constante fue suficiente, pero al día de hoy me sigo acordando del episodio de la pileta y me sigo regodeando en mi rencor. Un poquito.
¿A qué viene todo esto? Bueno. Con el tiempo me fui dando cuenta de que yo soy de las personas que "perdona", pero no olvida (péguenme por ese cliché). Me puedo limpiar de esa bronca pastosa que te produce todo, incluso escuchar hablar al pasar de esa persona que te hizo sentir como la peor inmundicia, pero nunca jamás me olvido de la humillación y de la traición. Tal vez exagere, pero es verdad. Y estaba segura de que se iba a cumplir siempre.
Cuando decidí abrir un nuevo blog, tenía el objetivo secreto de poder escrachar a todas mis ex compañeras (por qué esas hijas de puta y yo no pudimos estar en paz?), y cuando llegó el momento... nada. Liberarme de su tóxica presencia me deshizo de todo. No sé si no les guardo más rencor, pero, honestamente, me chupan un huevo. Y eso que tenía buenas historias, eh, y por ahí las cuente por la gracia que me producen, pero nunca por el rechazo. Porque, aunque tal vez ese pseudo-odio sea autoinfundado, no me importa. Que hagan lo que se les cante con sus vidas, finalmente me libro de su presencia. 
Ayer, resulta que una ex-compañera -que no es J, por suerte- me pidió que nos viéramos porque "no le gusta cómo quedaron las cosas entre nosotras". Las cosas quedaron para el orto porque 1) me había abierto con ella y le conté muchas cosas realmente íntimas, y ella decidió usar mis secretitos como llave para entrar al selecto grupo de amigas que conformaban el resto de mis compañeras (y cómo se habrán regodeado las forras con toda esa información)(teníamos 16, tan pelotudas tienen que ser) y 2) una vez que digerí toda la bronca, la puteé, y me pasé sus perdones por mi orificio excretor, no sólo me quedó ese pequeño residuo llamado rencor, sino que empecé a notar todas esas cosas que detesto de su personalidad. Esos modismos, esa prepotencia al hablar, esa bendita necesidad de interrumpir cada-cosa-que-digo. Y su imperiosa necesidad de sacar teta. AY DIOS.
Varias veces charlamos en reuniones y resulta que coincidimos en la sede en la que cursamos, así que cruzamos comentarios del estilo "bueno, seguro nos vemos algún día" y demás bla bla. Pero ahora se le ocurre hablarme y decirme que nos encontremos en la facultad. Es careta de mi parte ir? No lo tengo muy claro, pero lo que sí sé es que la voy a ver: después de todo este tiempo, honestamente, no tengo nada que perder. Porque, y nunca más correcto este dicho: lo que pasó, ya me chupa un huevo. 

Les contaré más adelante. Me retiro porque la tarea de francés no se va a hacer sola -ojalá-.

Pequeñísima nota al pie: una vez un amigo me insistió en que leyera a Saramago y me trajo uno de sus libros, y resulta que el modo de escribir del señor me hizo no pasar de la quinta hoja. Sentía que me ahogaba de la inmensa cantidad de comas y la preocupante carencia de puntos. Cuando me leo a veces siento que cometo este tipo de atrocidades. Si es así, me chiflan. No quiero que se me ahoguen, tengo pocos lectores y los tengo que cuidar.

Comentarios

  1. ¡Muy bueno esto! ¡Me encantó!
    No, no escribís como Saramago, no te preocupes (digo yo, que sólo leí Caín salteadito y vi una película basada en otro libro de él).
    ¡Tuviste una enemiga desde los seis años! Jajaja.
    Y me encanta cómo hablás del niño huevo.
    Ahora me quedo con las ganas de saber sobre la futura reunión.
    A mí un compañero de secundaria me pidió disculpas luego de más de diez años (y ya pasaron casi diez años de eso también). Él creía recordar que me había hecho más daño del que realmente me había hecho. Así y todo, me pareció un gesto muy noble.
    ¡Saludos!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Sep, no sé si es que me gusta tener enemigas e inconscientemente me las busco, o ellas me buscan a mí, pero siempre hay un personaje de este estilo en mi vida... mierda, jaja. Menos mal que no soy tan Saramago como creía, gracias por tranquilizarme! jaja. Ya contaré cómo fue la cosa.

      Eliminar
  2. Hiperbólicaaa, hacía un par de días que no andaba por acá!

    Uhhh, yo tengo un problema terrible con las puntuaciones! Capaz que le acierto, pero siempre tengo ese miedo de excederme de comas y demás. En vos no lo noté!

    Hay buenas novedades por mi lado, el último post explica algo :) *suspiro*

    Abrazoooo!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Yo tengo la sensación de que escribía mejor hace años, que ahora... no sé por qué. Pero bueh *tira todo y se va a tomar chocolatada*
      Otro abrazo para tí :3

      Eliminar
  3. REspecto a tus compañeritas, yo las invitaría a tomar el té como hizo Yiya, alguna vez. Té con masas por supuesto.
    Claro que los venenos, bueno envenenan.
    De todas maneras lo mejor es el olvido y dejar que el agua corra. Que se lleve la resaca lejos de nosotros (lo que no nos convierte en cosas mejores)
    Por ultimo, la puntuación es dentro de todo correcta. Pero qué importancia tiene. Saramago está muy bien. No tenemos por qué saber nadar en todas las aguas de todos los ríos sin ahogarnos.
    Adios

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Me gustó la idea del té con masitas, che... y sí, tenés razón, no hay mejor opción en este caso que dejar el agua correr.

      Eliminar
  4. Che, quiero saber qué onda. Es la J que yo tenía en Facebook? Bah, creo que la tenía. De la que hablamos alguna vez?

    También quiero saber cómo te fue! La mataste? Estás en la cárcel de Olmos con un celular robado? Descubrieron tu verdadero nombre?

    Tengo muchas dudas :(

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

"No hagan olas"

Veintiuno

Momento minita #4