Y ahora qué?

Mi sonrisa no es la más linda, o la más luminosa, pero yo sonrío y me acerco a él y, cual espejo, me espera sonriente cruzando la calle. Nos abrazamos. Su melena me tapa los ojos y siento su olor a guitarra. Probablemente no sea ése el olor de las guitarras, pero, desde que lo conozco, las guitarras huelen a él. 
Chistes y preguntas obligadas mientras nos metemos por la boca del subte a las entrañas de Buenos Aires. ¿Qué tal la facultad? ¿Tu vida? ¿La banda? ¿Los parciales? Me cuelgo de su brazo mientras bajamos la escalera, como siempre, como si nada. Nos sentamos a esperar y terminamos de ponernos al día con lo más importante. Ahí llegan las preguntas capciosas.
-Los chicos? - Pregunto yo, con cautela.
Justo llega el subte y nos acomodamos en las butacas. La pregunta quedó interrumpida, pero él redobla la apuesta:
- Me enteré de que vas al cumpleaños de el pibe.
Yo no les conté esto, pero precisamente el día que escribí Naipes, fue cuando el susodicho decidió hacer una nueva aparición para invitarme, por medio de facebook, a su cumpleaños de 18. Cumpleaños al cual estoy invitada yo -su ex novia-, todos nuestros amigos, su familia, y un grupo de como 20 personas que presumo son compañeros de la facultad. (y de esos 20, 11 son chicas. Mujeres. Úteros. Quedó claro me parece).
Respondo a los trompicones:
- Qué? No, no voy a ir. No sé. Lo odio. 
- Pero si te invitó con buenas intenciones! Hubiera sido mejor que no te invite?
- No sé, sí, qué se yo. Hubiera sido mejor que no me entere de su cumpleaños y de sus once amiguitas nuevas. 
- Pero con vos no se puede nada! Sabés además que por algo te invita...
Acá despotrico contra el pibe y mucho no me acuerdo, pero la conversación llega demasiado hondo. Así que le pido que hablemos de otra cosa. Terminamos mirándonos a los ojos, él riéndose y yo con los restos de la bronca que me suscitó el tema, preguntándonos de qué hablar. Y por suerte ahí llegamos a la estación que nos correspondía. 
Compramos entradas para un recital y después me invita a comer, así que buscamos el primer burguer king a la vista, mientras seguiamos colgados del brazo, riéndonos, contándonos boludeces, divagando, como siempre. No había ninguno, lo que nos obliga a volver a la boca de subte, volver a sentarnos, volver a tocar temas dolorosos. Y esta vez es sobre como yo "desaparecí" de mi grupo de amigos. No sólo porque para ellos la presencia de él automáticamente invalida mi presencia, sino porque yo no les hablé casi nunca desde que terminamos con el pibe. Verdad? A medias. Ya lo dije, algunos me decepcionaron, otros simplemente eran parte del grupo y una vez que yo "me fui", se acabó con ellos. La otra parte de la verdad? Duele verlos, duele saberse afuera, y no me motiva a buscar inclusión, no quise hablarles más de lo que les hablé. No sé si exagero y en realidad debería estar acercándome a ellos (como mi amigo dice), o no, ni idea. Odio no tener la capacidad de ver la realidad como verdaderamente es.
Después del bendito almuerzo nos vamos al parque. Parque que tantas veces nos vio juntos. A mí, a él, a todo el grupo en realidad. Parque que escuchó sus acordes y sus gritos y que muchas veces nos dio monedas a cambio de música, con las que comprábamos galletitas y extendíamos la tarde. 
Nos sentamos en un banco. No hay guitarras ni cajones peruanos, tenemos libros de la UBA únicamente. Hablamos de sueños y de viajes, hasta que él pregunta:
- Y tu grupo de amigos? Quiénes son tus amigos ahora?
- ... 
Mirada inquisitiva suya, mezclada con una sonrisa.
- Ustedes. 
Y entonces? Entonces tenés que vernos. Tenés que hablarnos. Lo interrumpo y le recuerdo que la cosa está difícil por ya sabemos quién.
- Siempre terminamos hablando del pibe, eh! - se rió, mientras yo me acostaba contra él, un poco humillada, pero disfrutando del hombro que me brindaba. A fin de cuentas, era de lo que yo quería hablar, aunque no se lo dijera. A fin de cuentas, es en lo que pienso la mayor parte del tiempo. Siguió la charla hasta que me colgué mirando a la nada. Concentrada en todo lo que pasó. Él me interrumpe y me dice:
- Se termina. Bien, o mal, pero se termina. Vos pensás que vas a estar mejor si vas a putearlo? No pasa por cómo termina, se termina y es una mierda igual. Dejá de mirar al pasado.
Silencio de mi parte. Hora de levantarnos e irnos. Hora de despedirnos en la parada del colectivo.
- Ojalá lo viera tan claro como lo ves vos... - Le digo dos segundos antes de la despedida.
- No es tan difícil. Además, te pensás que él no siente nada? 
- ... Sí, si ni siquiera me habla - mirada al piso.
- Bueh. Te dejo porque no te puedo decir nada que te ayude. Además seguro vos lo debés conocer más que yo que soy su amigo de toda la vida. Todo lo que te diga para que estés mejor, vas a pensar que es mentira. No, en serio, me tengo que ir.
Abrazo va y viene. Veo irse a mi amigo, mi mejor amigo, con su pelo largo bien enrulado por la humedad. Y me cae el peso de la realidad encima. No puedo con ya sabemos quién. No puedo con nada. Me pongo los auriculares y suena Guaranteed, uno de esos temas que musicalizó nuestra historia: no puedo evitarlo, estoy de nuevo llorando acá, en la misma parada de colectivo, igual que hace casi tres meses, igual de sola, perdida y enredada.

Porque esto es lo que pasa. No tengo ni puta idea de cómo depurarme. No sé cómo hacer. Intenté olvidarme y estaba bastante bien hasta que tuvo que volver con esto de sus 18. Tuvo que volver a considerarme un amigo, como a todos. Volvió a través de la pantalla y tiró todo a la mierda: ya no sé ni dónde quedó mi resolución de despedirme de él, o de comportarme como una persona racional, o de no verlo más. Estaré haciendo lo suficiente para erradicarlo? Me estoy sobre-victimizando? Hago todo esto en busca de su atención? No sé qué hacer con la mezcla de dolor, bronca y amor que mi pobre cuerpo se ve obligado a llevar consigo a todos lados. No sé cuál de las opciones es la mejor entre las peores. Me borro? Le explico que no puedo ir a verlo poniendo cara de feliz cumpleaños, amigo y encontrarme con él y con su vida que parece tan maravillosamente arreglada desde que se deshizo de mí? Voy, y me encuentro con mis amigos (cosa que ansío muchísimo) pero a la vez tengo que verles la cara a las once y, peor, a su familia que tanto aprecio? Me quedo en casa esa noche, queriéndome matar? Exploto y le digo todo? Y cómo hago? Lo busco? Lo contacto de un modo virtual, como tanto odio que me hagan? Lo puteo por no ponerse en mi lugar? Le pido que me deje en paz? Cómo sigo mi vida sin fagocitar esto que me perturba tanto?
Tengo que tomar una decisión, a pesar de que lo único que hay en mi cabeza es un nudo marinero, y no tengo manera de encontrar siquiera una punta. No sé. Realmente, estoy perdida.

Comentarios

  1. Hay una canción, viejísima, (del siglo pasado) que dice: "Nadie vuelve al punto de partida, cuando brillan horizontes generosos". A veces no se puede depurar, y tampoco es necesario, con buscar otros horizontes es suficiente.
    No es un consejo, pero una vez me tocó una situación parecida, y lo que hice fue pasar diez minutos a saludar y me fui. (Ni me quedé en mi casa mirando el techo, ni me quedé a pasarla para la mierda con gente con la que no quería estar). Con eso no solucioné nada, pero me hizo sentir bien.

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  2. Aaaaay amo Guaranteed!!
    Hiperbólica, Hiperbólica, vamos a darle a las cosas el nombre que se debe: que situación de mierda!! Son tannn inoportunos, parece que decidieran el momento menos indicado para aparecer como si nada pasara.
    Creo que coincido con Dan, quizás sea una buena idea ir a saludar a tus amigos y su familia, charlar un rato e irte. Con excusa o sin excusa, te tiene que comprender. De última, le explicás tus motivos otro día para no "arruinarle" su día y terminar peleando.
    Espero logres tomar una decisión!
    Abrazoooo!

    PD: Hoy finalmente llovió :D

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  3. Esos sentimientos que parecen eternos... como dicen arriba: son momentos horribles, de mierda. Que parece que no terminan más y en los que uno se siente más perdido que nunca. Porque a pesar de todo y todos es sumamente nuestro y nosotros sabemos cuando va a pasar, cuando se va a cerrar.
    Porque supongo
    se cierra.

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