El encuentro

Podría decirse que todo esto empezó hace unas semanas con ese "descuido" de Anna, pero ustedes ya lo saben. Lo que no saben es que el jueves en cuestión me encontraba en la plaza acordada 15 minutos antes de tiempo. Lo esperaba al pibe leyendo Biología, o sea, disimulando que miraba para todos lados esperándolo aparecer.

Y nunca vino.

Na, mentira, continuamos.

Lo vi venir de lejos enfundado en una campera gigante y presentándose con una sonrisa especial. Genuina, yo diría. Ya empezamos, me dije. Viene a ser mi amigo.

Pero no.

Y acá estoy diciendo la verdad.

Primero cebó mates repugnantes que yo hice el esfuerzo de tragar mientras me respondía la primera y gran pregunta que le hice: "Decime. Qué pasa?"

Y él me dijo lo que sentía. Y lo que sentía fue un calco exacto de lo que yo sentí en todo este tiempo de ausencia. Y no exagero con lo de "un calco", él me miraba, un poco pudoroso, con esos ojitos de arrepentimiento con los que soñé un par de veces, y pronunciaba las mismas palabras que yo hubiera dicho: "todo, es decir, nada es lo mismo sin vos. Hay momentos o cosas que sólo puedo hablar con vos o que sé que sólo vos entenderías. Y por eso te extraño, mucho".

La pared de preservación propia que había construido a base de meses de supuesta "depuración" empezó a filtrar agua. A chorros. 

Entonces hablamos; de todo este tiempo de ausencias y presencias incompletas, de las miradas de complicidad que se filtraban a través de su negativa, de lo mal que me hizo su desprendimiento. Él me explicó de su confusión, de eso que nunca quiso ver del todo y terminó impactándolo: que sí, me extrañaba, y mucho (creo que la pared se esfumó misteriosamente en el aire). De los errores que se dio cuenta que cometió; pero a su vez ambos concluimos que todo esto sirvió para algo: para volver a unirnos.

Porque sí, no voy a mentirles y decirles que esto no es lo que quería desde un principio. ¿Que si estoy feliz? Muero de la felicidad, nunca me sentí tan bien estando abrazada a él mientras el mundo, se supone, sigue su curso cotidiano. ¿Que me lastimó? Sí, pero... pero es él. Todo este tiempo me permitió encontrarme a mí misma y llegar a esa conclusión. Es una especie de amor-familia-amigo al mismo tiempo, sólo puedo describirlo como mi persona en el mundo. Es lo que intenté olvidarme, lo que traté de "depurar", lo que intenté tapar con otras cosas: sí, probablemente haya otras personas en el mundo. Probablemente el amor sea una punzada más de dolor, tal vez se vuelva a acabar todo esto... pero lo único que me importa -que nos importa- es lo que queremos. Y nos queremos. Ahí está la única razón válida, la que nos permite apostar de nuevo en nosotros. Queremos con todas nuestras fuerzas. Él quiere, yo lo sé, lo conozco, lo veo clarísimo en su mirada y su actitud. Y yo, yo siempre quise. Siempre lo quise.

Pero ahora lo quiero mil veces más.

Y ahora, tan sólo un par de días después de todo esto, no hay modo de que me separen de él. No hay modo de que se me borre la sonrisa: sí, que haya vuelto era lo que necesitaba.

Y hace un par de días ni podía imaginarme que esto iba a pasar.