El irresistible P

Siempre que charlamos largo y tendido con Anna White eventualmente P sale a colación. Y una vez dicho su nombre, es automático. "Ay, qué hermoso que es". Porque esa es la verdad de P: él es el compañero hermoso, perfecto, absolutamente devorable con el que cursé todas y cada una de mis materias del curso de ingreso. Y hay otra cosa sobre P: así de hermoso como se ve... no tiene nada de atractivo.
En mi primera clase de química del año me senté al lado de una chica. Charlamos un rato y me intrigó que guardara un asiento con tanto recelo así que le pregunté por qué. Y me respondió que un amigo de ella estaba por llegar. No resonó mucho ese pequeño dato hasta que al final el amigo apareció. Ahí estaba: alto, ojos marrón claro, una sonrisa digna de publicidad de dentifrico y una voz grave y seductora que se presentó a sí misma como "P, hola". Le respondí el saludo y de algún modo terminamos hablando de nuestros horarios. ¡Mis tres materias coincidían con las suyas! Hacía unos días que me había peleado con el pibe y la repentina caída del cielo de un pseudo Brad Pitt (morocho porque no soy fan de los rubios) fue leída como un premio consuelo del universo, una distracción interesante.
Pero no por mucho.
Ay, me encanta poner estas frases cliffhanger totalmente trilladas. Perdón. Prosigo.
Como decía, cuando descubrimos que compartíamos todas las materias, nos unió esa pequeña paranoia de ingresante de "estoy solo en este vasto mundo", lo que no podía creer. De algún modo me había caído este chico del cielo y de algún modo teníamos que hacernos amigos. Por eso me decepcioné en la primera clase de matemática en la que lo vi entrar y sentarse literalmente en la otra punta del aula, solo, y sin hablar con nadie en toda la clase.
Pero eso, definitivamente, no fue lo peor.
Lo hice de vuelta, perdón. Sigo.
Lo peor fue realmente estar con él. Porque después de encontrarnos y sentarnos juntos no una sino varias clases, me di cuenta de que P, aunque absolutamente irresistible, es la persona más aburrida del planeta. P no sabe continuar una conversación. Vieron que cuando uno pregunta "todo bien?" el otro responde "bien y vos?" manifestando -voluntaria o automáticamente- un mínimo interés en el otro? A P no se lo enseñaron en la casa, parece. P nunca manifestó ningún tipo de interés, no en mí, sino en no aburrirse. Y yo me vi en la incómoda posición de tener que remar en dulce de leche con grisines como remos para mantener una charla, yo, la chica anti. Además, una vez hechas las preguntas de rigor (de dónde sos, qué estudiás, e te cé), él se apagaba y se ponía a) a silbar de un modo absolutamente EXASPERANTE o b) a mirar el celular. A veces pasábamos treinta minutos seguidos sin hablarnos. Otras veces la conversación giraba en torno a "odio Buenos Aires", porque él es del interior y parece ser lo único de lo que habla con ganas. A esta altura prefería que despotricara a que no hablara, honestamente. Al respecto, Anna me dijo Hiperbólica, vos a ese chico no le interesás, lo que estaba bastante claro, y aún así nos mantuvimos juntos todo el cuatrimestre. Pero no era que yo no le interesaba. Nada le interesaba.
Un mes después de conocernos nos hicimos otro amigo, R, y siendo tres los silencios incómodos se redujeron radicalmente. Yo seguía admirando todos los días la belleza de P, y me seguía preguntando por qué si a este flaco yo no le importo, sigue revoloteando a mi alrededor. Y la respuesta, de la cual me entero ahora, mientras sigo cursando con P y sigo probando mi hipótesis, es esta: P está lleno de nada. Si lo rodeás de boludos, podría ser uno de esos flacos plásticos obsesionados con levantarse minitas, pero no. Podría ser un futuro médico apasionado por la carrera si lo ponés al lado de Mala Praxis, pero no. Podría ser una de esas personas con las que te reis a más no poder, y tal vez lo sea, pero no. P se maneja por inercia. Si yo no le digo que se siente conmigo, él no me busca, sino que se sienta donde haya espacio. Si no lo saludo, no me saluda. Si no lo busco por semanas -cosa que probé hacer para ver qué pasaba-, él tampoco se gasta en fijarse si estoy. Ni conmigo ni con el resto. Pero si lo llamo, vuelve. Manso. Y con su sonrisa Colgate a cuestas.
Conclusión, me cayó del cielo un perrito en mi primer día de facultad. Y comprobamos, una vez más, que lindo no supera a interesante.

Comentarios

  1. Como me caga esa gente, son guapos y estan huecos de la cabeza, no tienen nada interesante que decir... pero estan guapos. que ironia.
    una amiga me dijo cuando conocosi a un chico asi.
    "los guapos sirven para presumirlos, pero los feos, bueno los feos no se pueden dar el lujo de ser tontos"
    un abrazo hiperbolica.

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  2. Por eso, irremediablemente, yo solía fijarme en cualquier ser andante que tenga ese no se qué y no ese no se cuánto. jajajaja.

    Qué buena entrada. Me reí mucho.

    ¡Beso enorme y gracias por tu comentario! <3

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  3. JAJAJA me causó mucha gracia todo.
    Ojalá me pase algo similar a mí. O bueno, mejor si me acompaña alguien para más que solo observar jaja. Igualmente lo que más me intriga es el tema de hacerte amigos en la facultad, y más en la UBA, que hay miles de personas, y al que te toca en un cuatrimestre, capaz no te vuelve a tocar en ningún otro. Seguramente son las típicas inseguridades del que esta por ingresar, pero bueno, la fobia a no conectar con nadie es persistente hasta que la realidad te prueba la contrario.

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  4. Ayyy cómo extrañaba leerte! Me hiciste reir mucho, sobre todo con lo del perro Jajaja
    Que alguien sea lindo y encima interesante, es algo que no se encuentra a menudo.

    Un abrazo Hiperbólicaaa!

    Amapola :)

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