No fue ni será la última vez

(Vengo releyendo este texto desde que lo escribí. No lo toco, sólo recurro como,  refugio, cada vez que entre tanta cotidianidad y tantas distracciones me acuerdo, y no me alcanzan los argumentos para mantener su recuerdo a raya. No cambio una palabra, porque como siempre los textos sobre él son los que mejor me salen.) 

Los meses que pasaron no quitan que seas la segunda persona de mis textos. Que no piense en vos tan seguido, que tenga otras metas y otras personas dando vueltas y otro universo del que vos no tenés idea no evita que te extrañe. Es un simple y llano "te extraño", involuntario, cuyas raíces ya no intento entender. La ausencia y yo nos abrazamos, ya no tratamos de erradicarnos una a la otra, estamos más allá de eso. No te necesito, no hay más lágrimas, no. Cuando me encuentro cara a cara con tu vacío, lo acepto. Lo exploro. Me encuentro en términos con ese vacío, podría decir.
Ya no hay ansiedad, estarías contento por mí de saber que ya ansiedad no hay? No, simplemente hay amor y ternura infinitos cuando veo nuestras fotos. Nuestras caras, nuestros pocos años. Habremos entendido, ahora, todo lo que antes no? No tengo idea. Habrás llegado a términos después de la última vez que me escribiste? Me intriga saberlo. Acababa de aprobar mi último final, estaba tirada en mi cama disfrutando de la nada misma cuando me vibró el celular con ese texto tuyo. Texto. Hubo algunas lágrimas de tantas cosas lindas que me dijiste. Hubo otro texto-respuesta en el que te prometí que iba a ser la última vez que te escribía.
Bueno, hoy estoy cagándome un poco en eso, pero no me importa.
Días después vislumbré la culpa atrás de tantas palabras. La culpa que siempre sentiste, la de abandonarme, que se transparenta, que reemplazó a esos ojos chocolate rebalsantes de amor que tenías en un principio. ¿Habrás usado de vuelta esos ojos? No quiero saberlo nunca. La ausencia y yo nos consolamos pensando que son nuestros, nada más. La ausencia y yo también nos peleamos un poco cuando los volvemos a ver, los ojos de culpa, digo. Como hace poco que te encontré en el tren. Yo miraba mis apuntes y levanté la vista para encontrarte. Estabas mirándome fijo, anonadado por un segundo, tratando de frenar esa culpa que se te escurría en la expresión, ese dolor de verme. Se me sacudió todo el cuerpo cuando te vi. Calculo que a vos también. No fue muy lindo encontrarte, debo decir. Ya estábamos bien la ausencia y yo, firmando acuerdos, dejándonos en paz, para que vinieras a arruinarlo todo. Pero ahí estabas. Siete estaciones más allá tu destino. El mío, una estación más lejos. Y debo aceptar que hubo un suspiro en mi cabeza, una tregua. Un respiro ante el vacío. Ahí estabas. 
En lo que más pienso desde ese día es en que no hay modo en que no me hagas feliz. Bueno, claro que me rompiste el corazón varias veces -y eso es tomarlo con ligereza- pero a pesar de todo me seguís haciendo feliz. Soy feliz de vernos congelados en una pantalla, de evocar lo contentos que estábamos. Soy feliz así sea un segundo que te cruzo en la calle, así trates de ocultar que te sentís culpable, así me quiera morir por las consecuencias que sé que vendrán una vez que te vayas. Es automático, irrevocable, patológico. Te extraño porque sos la felicidad más pura que conocí. ¿Irreal, desproporcionada, no correspondida, tal vez? Sí. 
Pero te extraño igual. 

Comentarios

  1. Nudo en la garganta, piel de gallina, y demás señales del cuerpo ante la conmoción que implica el leer algo que, se sabe, sale desde las entrañas. Me alegro mucho que esté acá, es decir afuera, respirando, lejano a ser archivo doloroso que se guarda en la memoria.

    Te abrazo muy fuerte... del resto, no soy capaz de decir nada más... ¡sigo conmovida!

    ResponderEliminar
  2. Voy a llorar por tu culpa porque me siento igual y lo pusiste en palabras. Que feo es tener que morderse la lengua para no decir nada.
    Te adoro pequeña, segui escribiendo asi, que moquear nos hace bien a las dos jaja
    besos

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Veintiuno

Por unos centímetros de piel

Necesito escribir